Existe una tribu en el sur de África con una costumbre verdaderamente hermosa. Cuandoalguien se comporta de forma inadecuada lo llevan al centro de su aldea y entre todos lo rodean. Durante dos días ellos le recuerdan a esa persona todas las cosas buenas que él hizo.
Esta tribu cree que cada uno de nosotros venimos al mundo siendo buenos y deseando seguridad, amor, paz y felicidad. Ocurre que en la búsqueda de nuestro lugar, en el devenir de nuestra vida, podemos cometer errores. Estos deslices son para ellos gritos impacientes de auxilio.
Creen que el anhelo de sentirse seres especiales y buenos a veces les lleva a fallar en su comportamiento. Entonces, se reúnen para enderezarlo y reconectarlo con su verdadera naturaleza, recordándole quién es en realidad y que puede darle la mano de nuevo a su verdad.
Así, cuando esto ocurre, todos le repiten “Sawabona” que significa “yo te respeto, te valoro y eres importante para mí” y esa persona responde “Shikoba”, que quiere decir “entonces…yo soy bueno y existo para ti”. Este acto de reconocimiento reconstruye el interior malherido de la persona que agravió sabiéndose querido y valorado.
De esta forma, utilizando el lenguaje con amor, en esta tribu se recuerdan diariamente que todos son especiales y que su interior es bueno, aunque a veces no actúen de forma correcta. Y lo cierto es que con este hermoso acto y sencillo saludo transmiten el mensaje de que nunca es demasiado tarde o demasiado pronto para ser quien quieras ser. No tienes un tiempo concreto para hacerlo o no hacerlo, puedes empezar cuando quieras, pero recuerda que se gana más con la paciencia que con la violencia.
En ocasiones, cuando nos comportamos de forma inadecuada, estamos pidiendo a gritos que alguien nos haga sentir valiosos. Sí, es un grito al amor, al aprecio y al cariño. Si consiguiésemos imaginar que cada uno de nosotros tiene un letrero colgante que reza “hazme sentir importante y especial” nuestros contactos serían más puros y benevolentes y crearíamos un verdadero interés por las personas que tenemos delante.
La comunicación emocional está enferma en nuestra sociedad, no somos hábiles a la hora de considerarnos ni a nosotros ni a los demás. El bello comportamiento de esta tribu nos muestra la importancia de educar en el valor del respeto y el cariño a nuestros pequeños. Desde esta premisa siempre será posible influirnos y salvarnos, ya que hoy en día vivimos en un entorno peligroso en el que se carece de moral, motivación y autoestima para salir adelante y enfrentar al mundo.
Si comprendemos esta enseñanza iremos más allá de ser educados y amables y nos mostraremos al mundo con una sonrisa como carta de presentación, con una bandera blanca o señal de paz que inundará nuestro día a día de gratitud y confianza.
Además, antes de motivarnos a nosotros mismos, también existe la posibilidad de motivar a los demás, desde el conocimiento mutuo del ser y de las emociones propias y ajenas. De esta forma, aportaremos gran cantidad de información emocional tremendamente interesante a la hora de relacionarnos. La misma sensibilidad y consideración que otorgamos la percibiremos y así aumentaremos la calidad y la influencia de nuestras relaciones.
Ojalá llegue el día en el que aprendamos la importancia del Sawabona-Shikoba en nuestra sociedad. Todos sin excepción necesitamos que nuestro entorno nos recuerde que estamos recorriendo un buen o mal camino y que somos seres maravillosos que conservamos ante todo la capacidad de rectificar, de sorprender, de sentir, de conocer y de sentirnos orgullosos. Y, sobre todo, darnos cuenta de que si no nos comportamos de la forma adecuada tenemos el poder y la fortaleza para empezar de nuevo y enmendar nuestros errores.
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